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BURIED (ENTERRADO). CRITICA

enero 25th, 2011 by Javi Pérez

Parece  ser que el cine español empieza a encontrar su varita mágica: hacer películas con el ingenio puramente nacional, pero utilizando el artificio y el envoltorio de cualquier cine made in Hollywood.  Y quizás sólo sea esto lo necesario para despojarse de una vez por todas de tanta bobería acumulada en un público abducido por el imperialismo cultural del otro lado del charco. 

Buried (enterrado) es otro ejemplo de esta nueva ola de taquillazos españoles que traspasa fronteras y desdice cualquier tópico acumulado al respecto.  Su director, Rodrigo Cortés, remata sin descabello su segundo filme, tras el éxito moderado de su ópera prima, Concursante, rompiendo el cascarón y dando el salto a la dirección de cine con mayúsculas. Escrito íntegramente por el americano Cris Sparling, el guión narra la historia de Paul Conroy, un conductor americano atacado por un grupo de insurgentes iraquíes y enterrado vivo en un ataúd, acompañado tan sólo de un teléfono móvil, un mechero zippo de gasolina y algún que otro pertrecho más.

Una historia que ha tardado años en ver la luz por el menoscabo de productores y directores que veían inviable rodar una película íntegramente en un decorado tan impracticable como aséptico, hasta que el intrépido Cortés se atrevió con ello. Su director ha conseguido hacer lo posible con lo imposible, lo exclusivo de lo tópico, la genialidad de lo vulgar, recreándose en más de un centenar de encuadres y movimientos de cámara que van desde el academicismo ortodoxo hasta la aberración más innovadora. De esta guisa el resultado consigue no quedarse sólo en un mero ejercicio de estilo, sino que supera lo anecdótico  y  el videoarte de museo para instalarse en una narración con pulso, tensión y suspense, comparable al estilo de grandes como Hitchcock o Spielberg, en una sístole y diástole sin tregua para el espectador que transmite a la sala de proyección la angustia, fobia y frustración que el enterrado sufre. Pero entre tanto minimalismo estético, Buried resulta ser cine bélico sin mostrar ninguna batalla, cine político-social sin ningún discurso, cine romántico sin presenciar un solo beso y cine de acción  sin apenas movimiento.

Ryan Reynolds encarna a  un antihéroe moderno cuyo único objetivo es escapar del ataúd superando todas las adversidades burocráticas que le surgen gracias al cordón umbilical de un teléfono móvil. Un personaje  construido sin contexto, sin la ayuda de voces en off o flashbacks; un ser humano vulnerable que se redime ante el adiós de sus seres más queridos. Todo ello en una interpretación desde las entrañas,  visceral  y  memorable.

Acertadísima también, resolutiva y rítmica la fotografía de Eduard Grau y, para guindas del pastel, la banda sonora de Víctor Reyes y unos títulos de créditos deudores del espíritu del mítico Saul Bass. Una sorpresa para muchos  y una reafirmación para los que seguíamos la trayectoria de su director, pues Buried tenía  todas las papeletas para ser un bluff e, indubitablemente, la cinta se ha convertido para los cinéfilos en cine de culto, para los cinefagos sin escrúpulos en un peliculón y para los cineastas en una lección magistral del manejo del espacio y el tiempo. Larga vida al señor Cortés. Larga vida al cine.

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CONCURSANTE. CRITICA

diciembre 14th, 2010 by Javi Pérez

Concursante

La autocomplacencia con que sobrevive el cine español se ve con creces superada en este caso, con una cinta transgresora, inédita y renovadora dentro del panorama de la industria nacional.  Rodrigo Cortés, deudor de las últimas tendencias del cine norteamericano y de grandes como Welles o Scorsese, confecciona una primorosa fábula surrealista con abundantes dosis de genialidad, que cabalgan entre la sátira mordaz y el drama psicológico. Martín Circo Martín, encarnado en la piel de un soberbio Leonardo Sbaraglia, es un joven profesor de historia económica que gana en un concurso de televisión más de tres millones de euros en premios. La onerosa carga impositiva y su torpeza para poder afrontar el mantenimiento de los premios conducirán al protagonista a una espiral destructiva. Martín se convierte así en un antihéroe que será capaz de llegar hasta las últimas consecuencias con tal de recuperar su fortuna.  En su camino, destacan personajes insólitos que harán las delicias del espectador ávido de extravagancia. Pizarro, un descarado abogado interpretado brillantemente por Luis Zahera, otorga delirantes momentos de humor a la cinta. Figueroa (Chete Lera) es un viejo y disidente economista que asesora a Martín en su cruzada dentro de un universo onírico en el que todo vale. Lástima es que en este rebosante crisol también hay personajes que se quedan en vacíos estereotipos. Ejemplo de ello es Laura (Miryan Gallego), en el papel de la novia de Martín, que se presenta como una felina antagonista y que tras algunas manidas intervenciones desaparece sin apenas desarrollo. Se intuye que era necesario rellenar los huecos de una historia más preocupada por la fachada que por cimientos más importantes. El guión, cuya estructura no lineal expone el relato con la implacable precisión del mecanismo de un reloj, acoge un derroche de recursos formales y estilísticos. La utilización de múltiples formatos (35mm, Súper 8, video digital, instantáneas) y recurrentes piruetas en la realización y el montaje revelan a Cortés como uno de los directores más experimentales, en la línea de los americanos Spike Jonze o Paul Thomas-Anderson. Tamaña obsesión técnica tiene inconvenientes, y es que el film es costoso de asimilar y comprender en determinados pasajes, en los que la trepidante voz en off acompañada de música e historietas ajenas a la trama principal puede conducir al hartazgo. De esta guisa, Rodrigo Cortés aprovecha los tiempos del fast food, la banda ancha y la alta velocidad para invitar a la reflexión acerca de la fragilidad del sistema financiero sobre el que se sustenta la actual sociedad capitalista, donde el dinero, en ocasiones, es un arma de doble filo.  Y es que mucho antes que Cortés lo dijo Séneca: “Grandes riquezas, gran esclavitud”, y eso que por entonces no existían los concursos de televisión.

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"En esta industria, todos sabemos que detrás de un buen guionista hay siempre una gran mujer, y que detrás de ésta está su esposa.".
Groucho Marx (1890-1977) Actor estadounidense