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ALICIA ALBARES. ENTREVISTA.
«Sí creo que existe algo al otro lado…»
Corría el año 2002. Un autocar lleno de estudiantes de la Comunidad de Madrid se dirigía al Cinema Jove de Valencia para representar la sección académica. Entre ellos, un servidor, con una cinta VHS bajo el brazo y un corto documental, representado en solitario al I.E.S. Príncipe Felipe. El resto de asientos copados por alumnos y profesores del I.E.S. Santa Eugenia. Subí de los últimos y me senté en una de las pocas butacas de pasillo que quedaban libres. En ese azar y a mi lado, una pizpireta postadolescente, simpática y con una verborrea de libro. Hablamos, cada uno de los nuestro. Ella me contó su pasión por Russell Crowe y sus ansias indómitas por trabajar en el cine. Yo le conté que llevaba unos años siendo auxiliar de dirección y todo acerca de lo que buenamente sabía de esta industria. Tal era su interés, que me apunté su mail y prometí escribirla para que viera uno de los rodajes en los que yo estaba trabajando. Y lo hice, pero algún signo mal apuntado o el infortunio de las incipientes cuentas de correo hicieron que mi promesa nunca diera fruto, desafiando al destino pactado. Años más tarde, en la preproducción de “7 mesas de billar francés”, me presentaron a la que iba a ser meritoria de dirección: una chica pizpireta, simpática y con una aparente verborrea de libro. “Te conozco, te conozco…” me dijo ella, mientras mi recuerdo diluido no acertaba a encajarla en algún espacio y tiempo de mi vida. “Sí, coincidimos en aquel autocar…”. La casualidad había hecho que esa joven trabajara por primera vez en una película en la que yo también lo hacía, y fuera a lo grande en la recientemente desaparecida productora de Elías Querejeta. Desde entonces, Alicia Albares, que así se llama, ya mujer, igual de simpática y pizpireta, pero con la verborrea contenida, trabaja imparablemente en el cine español. Y diez años después de aquel encuentro volvemos a charlar sobre cine, pero ahora yo soy quien pregunta y ella responde con motivo del rodaje de su primer cortometraje “Al otro lado”. Después de ser compañero y amigo desde entonces, doy fe de que su tesón, su energía, su compromiso y sus ansias de perseguir los sueños en la realidad la han despertado por fin dentro de uno. Y que este despertar valga para que Alicia Albares no se duerma nunca y continúe haciéndonos soñar a aquellos que todavía seguimos un poco dormidos al otro lado de la pantalla.
Por Javi Pérez
El principal motivo de esta entrevista es preguntarte por la consecución de un sueño: rodar “Al otro lado”.
Sí, todo empieza hace tres años, cuando termino la primera versión del guión. Desde entonces continué escribiendo y haciendo varias versiones, pero nunca me planté rodarlo en serio. Busqué opinión de otros guionistas y me convencieron de que “Al otro lado” era la historia que tenía rodar. Llamé entonces a Sergy Moreno y a María Gómez de Liaño, amigos y compañeros, para que me ayudaran a pedir una subvención a través de Laissez faire, la productora de María. Trabajamos mucho en el dossier, pero recibimos una negativa en la subvención a priori por parte del Ministerio de Cultura, por lo que el proyecto se empezó a tambalear. No sabía qué hacer, si esperar a otra convocatoria o invertir todos mis ahorros en la producción. Finalmente me decidí a hacer lo segundo en julio de 2011, fundamos la productora White Leaf y desde entonces comenzó el verdadero proceso de preproducción del corto, hasta que finalmente lo rodamos en diciembre, encajando las fechas de todos los actores.
“Al otro lado” es un relato fantástico que trata la otra dimensión u otros mundos paralelos como posibles. ¿Crees que hay algo al otro lado?
Sí que creo que existe algo “al otro lado”, aunque este cortometraje no va exactamente de eso. Lo que yo he querido plantear es una posibilidad abierta y que cada espectador saque sus propias conclusiones. Muchos creerán que este cortometraje tiene algo de “una ida de olla”, aunque en realidad está contando una historia. El cine fantástico suele hablar de realidades que no se reconocen normalmente y “Al otro lado” muestra una realidad muy presente. Hablo de todo aquello que se intuye, porque no se puede ver ni tocar. Todos hemos tenido alguna vez la sensación de la existencia de una realidad paralela. Algunos pensarán en los sueños o en la fabulación; el caso es que hay personas que contactan con ese más allá, y este es el caso concreto de la protagonista.
“Al otro lado” tiene en su reparto actores de peso como Ramón Barea o Carlos Álvarez Novoa ¿Cómo ha sido dirigir por primera vez a una elenco tan experimentado?
La verdad es que impone y da miedo enfrentarte a monstruos como Barea o Novoa, ya que no es lo mismo que trabajar con actores que están empezando. Con Ramón Barea ha sido muy fácil y ya sabía previamente que se volcaba con los cortometrajes. Además ya lo conocía porque trabajé con él en “7 mesas de billar francés” de Gracia Querejeta. A Carlos, sin embargo no lo conocía y, en cuanto notó mi nerviosismo, me tranquilizó diciéndome: “Yo soy tú actor, tú eres mi directora y yo estoy a tus ordenes al margen de las sugerencias que yo te haga”. Esto me dio mucha confianza y me quitó todos los miedos. Después de haber trabajado con ellos creo que ha sido mucho mejor que con actores que están comenzando, por algo están donde están.
¿Y cómo se incorporó William Miller al proyecto?
William Miller fue un milagro caído del cielo, porque el actor anterior que teníamos comprometido desde hace meses se nos cayó a última hora. La representante de este me propuso a William Miller y no tengo más que palabras de agradecimiento, porque en tres días se preparó el personaje e incluso aporto mucho más de lo que pudiéramos llegar a imaginar. Trabajó mucho el personaje, incluyo gestos, cambios de textos y de registro en tan solo tres días que dieron mucha más vida y fortaleza a su personaje.
El Ministerio de Cultura descartó tu propuesta para ser subvencionada a priori. ¿Te parece justo y ecuánime el sistema, cuando lo que debe premiar es la calidad?
No atrevería a decir que mi proyecto tiene más calidad que otro que sí recibió la subvención. Lo que sí afirmo es que hay cierto miedo al riesgo y nuestro proyecto no tenía motivos para no recibir la subvención. Creo que no fue bien visto por el hecho de que fuera una historia comercial de cine fantástico y con efectos especiales, aunque paradójicamente lo que más le gusta al público es este tipo de cine. También creo que nos la denegaron porque no había detrás una productoras con experiencia en la producción, y eso impide que los que estamos comenzando podamos acceder a esa ayuda pública. Lo primero que necesita el cine es taquilla y hasta que industria española no sea capaz de hacer películas taquilleras seguiremos en el mismo punto. No creo que mi corto vaya a cambiar el mercado, pero al menos “Al otro lado” sí busca la comercialidad a pequeña escala, que tanta falta nos hace. Y creo que el cine comercial no está desprovisto de mensaje, ni que tampoco no tenga calidad. El cine americano es un claro ejemplo, lo que ocurre es que en España todavía se tiene cierta aversión hacia los géneros, como el terror o el fantástico, aunque siempre hay excepciones como la reciente “Verbo” de Chapero Jackson.
White Leaf significa hoja blanca, que me recuerda a la página en blanco tan temida por los escritores y guionistas. ¿Cómo llevas tú el enfrentarte a esa página en blanco?
Creo que es un proceso muy mágico. Cuando te enfrentas a una página en blanco y quieres escribir muchas veces eres incapaz, pero otras veces, cuando estás en otra situación, con la razón ocupada, de repente te salta una chispa, una idea, que es capaz de germinar una historia. En este caso fue el hecho de pasar frente a una casa la que me sugirió escribir “Al otro lado”. El hecho de enfrentarse a esa página en blanco es posterior al surgimiento de esa idea, que como he explicado es algo incontrolable. No es suficiente el hecho de enfrentarte a esa página en blanco y querer escribir, debes haber germinado antes esa idea. Pienso que existe una especie de éter donde flotan las ideas y alguien está destinado a canalizarlas.
Supongo que “Al otro lado” es fruto de todas las referencias de cine fantástico que has ido absorbiendo durante todos los años de espectadora. ¿Cuáles son?
Son innumerables, pero podría empezar por Steven Spielberg, que es el genio del cine fantástico. También George Lucas, Alejandro Amenábar en su estética o M. Night Shyamalan con sus finales abiertos, por decir algunos.
Creo que el cine a veces es un arte imposible por las tantísimas historias que se quedan en el cajón, y más en tiempo de crisis y con el surgimiento de nuevas formas de expresión en lo audiovisual. ¿Hacia dónde crees que se dirige el cine?
Me preguntas en un momento y en un país donde todo apunta mal. Apenas hay producción, muchos proyectos se caen y muchas de las producciones que se ruedan se hacen con bajo presupuesto y en unas pésimas condiciones de trabajo. Sí considero que esta crisis servirá de algo, bien para producir menos cine, pero de mejor calidad; bien para seguir haciendo cine que en su mayoría se distribuirá por Internet. Creo que este será el único canal por el que el cine de distribuirá, y auguro eso en función de cómo se están uniendo las productoras en USA para la distribución por la Red. Avanzamos hacia un modelo en el que las grandes pantallas tenderán a desaparecer, aunque no el cine, porque historias con imágenes y sonidos se seguirán necesitando.
Llevas varios años trabajando como auxiliar de dirección y producción en numerosas películas y series de tv. Yo siempre he pensado que si quieres escribir y dirigir debes hacerlo, aunque para ello tengas que sobrevivir en otro trabajo. ¿Cuánto te ha aportado y cuánto te ha quitado trabajar como técnico?
Me parece una pregunta muy bien formulada, pues efectivamente hay grandes beneficios y desventajas. En mi caso, todo lo que sé de cine lo he aprendido en los rodajes, ya que yo no he estudiado en ninguna escuela de cine. Observar el trabajo de los directores en el set te permite aprender cuestiones de planificación y montaje, lo más importante, trabajar en cine en varios departamentos me ha permitido saber qué decisiones se pueden tomar y cuáles no, y las consecuencias de esa toma de decisiones. Las desventajas son también muchas, pues no se dispone de tiempo ni fuerzas para crear y escribir. El trabajo en el cine es creativo para pocos, como el director, guionista, músico, director de fotografía… pero para el resto que estamos ahí supone un esfuerzo agotador, sobre todo si tenemos pulsiones creativas y ganas de contar historias. Yo no sé adónde hubiera llegado si todos estos años no hubiera trabajado tan intensamente en los equipos técnicos; lo que sí puedo asegurar es que he sabido mover todo el engranaje de “Al otro lado” gracias a mi experiencia, y también he contado con el apoyo incondicional de profesionales como Teresa Gago (Jefa de producción) y Luis Cordero (Ayudante de dirección), y otros muchos que dedicaron su tiempo y su trabajo desde el comienzo.
“Al otro lado” ha tenido una producción potente en comparación con otros cortometrajes que apenas tienen presupuesto, pero que también compiten en igualdad de condiciones en muchos festivales. ¿Crees que hay una competencia desleal en todo esto?
No lo creo. El mercado del cortometraje es muy amplio, al igual que compiten superproducciones con películas de bajo presupuesto. Hay espacio para todos y, en concreto, yo admiro a aquellos que son capaces de hacer grandes trabajos con presupuestos ínfimos. También depende de cómo buscas los recursos, pues si tienes amigos en el Sector puedes conseguir materiales costosos a muy buen precio. Y no creo que haya competencia desleal, simplemente hay productores más astutos o historias más sencillas, y lo importante es la historia que se cuenta y no el presupuesto. “Al otro lado” es un corto de época, con efectos especiales y digitales, y creo que no se hubiera podido obtener el resultado con menos presupuesto.