Archives Posts
CARTAS DESDE IWO YIMA. CRÍTICA
Estados Unidos lleva gozando durante dos centurias de la hegemonía mundial gracias a un potente aparato militar que ha actuado con éxito en casi todos los lugares del mundo. La isla de Iwo Jima dio buena cuenta de ello; coronada por el monte Suribachi, cayó rendida durante la Segunda Guerra Mundial a manos de los norteamericanos en una cruenta y sangrienta batalla. Y es que los poderosos necesitan, paradójicamente, reacciones y proclamas en contra para reafirmar su posición, como el fuego necesita a quien le azuce para que no se apague.
A sus 76 años, el legendario actor y director Clint Eastwood se ha encargado de avivar las ascuas con su film “Cartas desde Iwo Jima”. Esta obra, complementaria a la anterior “Banderas de nuestros padres”, es un puro ejercicio de revisionismo histórico, en la que el autor excede los límites de su contexto para desmenuzar el mal endémico de la humanidad: la guerra. Eastwood se reafirma en esta cinta como un director que sabe hacer cine con maestría y belleza, pues hay en sus imágenes esa fuerza especial que atrapa desde el primer instante. La cámara, siempre utilizada con humildad y estilo, viaja hacia lo más recóndito de los personajes en una sublime exposición de sus sentimientos.
La fantástica interpretación de Ken Watanabe (“Memorias de una Geisha”) como el Teniente General Kuribayashi le convierte en un personaje inolvidable gracias a su enorme capacidad expresiva. Él fue el estratega que diseñó la resistencia durante la batalla, basada en un entramado de claustrofóbicos túneles excavados bajo toda la isla donde quedó atrapado el ejército nipón. El espectador es situado con precisión bajo la dramática mirada de unos combatientes que resisten escondidos bajo las áridas llanuras del Suribachi, donde su certeza de morir es aún peor que la propia muerte. El retrato de sus personajes, guiados por el indómito fanatismo, cuyo código de honor impera al suicidio antes que a la derrota, disecciona con rotunda precisión los conflictos del alma humana. La indecisión entre obedecer a la moral patriótica o resistir por instinto de supervivencia tiene su máxima expresión en las intachables escenas de suicidios colectivos, que demuestran lo absurdo e inútil de una guerra.
Una fotografía contrastada, con pocos matices y cercana al blanco y negro, transmite con acierto la agonía y desesperanza de los protagonistas, en una película a la que poco hay que reprochar. Quizás su excesivo metraje y algún altibajo narrativo causado por los prescindibles flashbacks empañen el resultado final de una obra, que pasará a la historia del cine bélico por erigirse como un verdadero alegato en contra de la guerra.